*Déjame vivir mi vida,
yo no soy malo con nadie.
(repite estrofa)
Si soy un bohemio,
si soy un perdido,
si soy mujeriego,
si soy un bandido,
lo hago en mi mundo,
yo soy vagabundo.
Mi vida a nadie le importa
ni el camino que llevo.
(repite estrofa)
Desde el tocadiscos de mi padre siempre me ha gustado escuchar la voz del "Corazón que canta" pero -y como siempre- Dios me da pistas para los privilegios de mi vida, aunque a veces esos mismos privilegios cuestan muy caro, no en sentido monetario sino en lo espiritual.
Un conductor de radio que apodaré "El Diablo" (en la palabra `diablo´ están las iniciales de la persona, por razones netamente personales no mencionaré su nombre en esta mini-serie) me convocó desde su programa para pedirme que me presentara en un recital de un amigo que dirige uno de los grupos musicales que más me gusta: Los Moros, (mi amigo es su creador, Juan Carlos Túbaro) (NOTA: en la derecha del blog en la notita "Un moro en la costa" hay una foto de Juanca junto a mi amigo Claudio André). Yo estaba en crisis económica, o sea SIN (SIN trabajo, SIN mi programa como ahora, SIN dinero, SIN nada), así que El Diablo me invitó a ver el recital sin que yo pagara un centavo y con la cara recontracolorada porque no me gusta aceptar una invitación sin pagar. Ética de uno.
18 de mayo de 2008: ese día cumplía años mi vieja pero por la relación chocante que tengo con su novio me fuí al recital de Los Moros y Grupo Miramar en el Gimnasio de La Sagrada Familia del Puerto. Todo salió genial y hasta pude saludar a Juanca. Con el paso de los días la amistad entre el Diablo y la mía parecía honesta pero yo no sabía que me estaba usado para otros fines propios. En un recital del Cuarteto Imperial me pidió todos mis cotactos artísticos, fruto de 8 años de investigación por internet, recuerdo que cuando le dí el larguísimo listado de contactos le dije: "Te entrego mi vida" (El muy desalmado me había dicho al aire y en su programa que iba a ayudarme a hacer posible el regreso de mi programa pero yo no sabía que me tenía una envidia tremenda). Y hasta me había prometido que presentaría junto a él el próximo recital de Juan Ramón cuando me pidió si podía prestarle material discográfico del artista!
Pero cuando sospechaba que algo funcionaba mal, una noche en una fiesta en el Quincho del Club River, un hombre me observó, se acercó y me dijo: "Vos sos Daniel Wilson? Quiero hablar con vos en privado". Me citó unos días después en su trabajo. Yo no entendía nada y descubrí luego con asombro que el caballero era el socio del Diablo (por la amistad y respeto que tengo por ese caballero omito su nombre porque no quiero perjudicarlo) y me contó todo sobre las trampas que el Diablo hacía con tal de ganar dinero de arriba y fama (¿?). Yo me quedé tan mal que no quise hacer un escándalo y el Caballero me dijo: "Tu trabajo de investigar a artistas del recuerdo vale mucho de lo que vos imaginás y no puedo permitir que mi socio te mienta", yo casí rompía en llanto, no por lo de mi esfuerzo sino porque uds saben que no tolero que me usen (a quién le gusta eso?). Me dijo luego: "Vos querés conocer a Juan Ramón? Yo te voy a ayudar en eso pero no le digas nada al Diablo." Dicen que para engañar al Demonio hay que mentirle al mismo Demonio y mandarlo a freir churros a... el mismo Demonio. Así que, callado y consumiendo bronca y dolor por la traición de una persona a cual la consideré como amigo estaba la oportunidad de desquitarme con justicia y de conocer en persona al hombre que apodaban Corazón... (CONTINUARÁ)
-D.W.-
* Fragmento de la canción "Vagabundo" interpretado por Juan Ramón