un carterazo le dió.
"Yo no he sido, señorita"
el muchacho le explicó
y un viejito muy astuto
entonaba esta canción...
(Canción "Deben ser los gorilas"
interpretado por Délfor y
su "Revista Dislocada")
Y con esta canción que abre este post nacida de una intención involuntaria que el público interpretó de otra manera se quedó para siempre en nuestra memoria y todavía se aplica a nuestros tiempos.
Dentro de toda idea original algo siempre se queda y en caso de La Revista Dislocada, la palabra "GORILA" se alojó ahí.
Con el estreno de la película "Mogambo" y haciendo la parodia del mismo film, la frase "deben ser los gorilas" se malinterpretó entre los golpistas y a su creador DÉLFOR AMARANTO DICÁSOLO le costó mucho demostrar que era sólo una frase con sentido humorístico, que no había intenciones políticas de ninguna especie.
Siempre he dicho en muchos posteos de este barrio de recuerdos que "cuando uno dice la verdad nadie le cree a uno" y eso está más que demostrado.
Lo ocurrido con la dislocada audición radial me recuerda mucho a una película que relató un hecho real, el filme se titula "La noche que cundió pánico en los EE.UU." y relató un acontecimiento que sin proponerlo anticipaba un horror que pocos años después el mundo viviría:
La Segunda Guerra Mundial.
Pocos minutos después de las ocho de la noche del domingo 30 de octubre de 1938, una voz sombría interrumpió una emisión radial para advertir a los americanos: «Señoras y señores, tengo que hacer un grave anuncio... Las palabras que siguieron, emitidas en un programa que se difundía a través de una red que abarcaba todo Estados Unidos, causó notables escenas de pánico. Pues el «grave anuncio» consistía en que los marcianos habían aterrizado en Norteamérica, y estaban barriendo toda la resistencia que se les oponía en una serie de sangrientas batallas. Hombres del espacio exterior estaban ocupando los Estados Unidos de América.
El anuncio formaba parte de una obra radioteatral algo excéntrica, pero tan realista —como que estaba producida por un genio del teatro— que mucha gente tomó la obra como un hecho real. El programa había comenzado de una manera convenientemente poco dramática. A las ocho de la tarde, los oyentes escucharon: «La Columbia Broadcasting System y sus estaciones filiales presentan a Orson Welles y su Teatro Mercury del Aire, en... La guerra de los Mundos, del I.G. Wells». Luego, se oyó la impresionante voz de Orson Welles: «Ahora sabemos que, desde comienzos del siglo XX, nuestro planeta está siendo observado muy de cerca por inteligencias más desarrolladas que la humana».
Fue interrumpido por un locutor que, aparentemente, leía un boletín meteorológico de rutina: «El tiempo para esta noche: para las próximas 24 horas se prevén pocos cambios de temperatura. Se informa de una ligera alteración atmosférica de origen indeterminado sobre Nueva Escocia, que ha causado el desplazamiento bastante rápido de una baja presión sobre los estados del Nordeste, con posibilidad de lluvias, acompañadas por vientos de escasa intensidad. Temperatura máxima, 190. mínima, 90. Este parte meteorológico es ofrecido a ustedes por el servicio meteorológico oficial. Ahora nos trasladamos a la sala Meridian del Park Place Hotel, en el centro de Nueva York, desde donde podrán oír la música de Ramón Requello y su orquesta».
Hasta entonces, no había nada capaz de causar alarma. Pero se estaba creando hábilmente el ambiente. Los oyentes que habían sintonizado desde el principio ya habían olvidado que lo que estaban oyendo era una obra radioteatral.
No es que hubiera muchos oyentes. Después de 16 representaciones del Teatro Mercury, los empresarios de la CBS admitieron rápidamente que sus series dramáticas no estaban resultando un éxito. El Teatro Mercury obtenía sólo el 3 por ciento de la audiencia. La mayor parte de la gente sintonizaba, los domingos por la noche, el show de Charlie McCarthy, en una emisora rival. Por este motivo, Welles, preocupado por los niveles de audiencia, los ratings, estaba jugándose el resto en La guerra de los mundos. Sabía que la CBS eliminaría su programa si no encontraba un patrocinador importante que lo respaldara. Y el programa no conseguiría un patrocinador si no aumentaba su audiencia. Welles, Paul Stewart y John Houseman, sus asociados en el Teatro Mercury, habían trabajado en la serie durante cinco días. La habían ensayado, habían reescrito el guión y habían vuelto a ensayar. La noche del jueves anterior a la salida al aire, los tres hombres habían escuchado la grabación de su trabajo hasta ese momento, y no estaban conformes. Welles, que entre tanto había ensayado otra obra en Nueva York, y que casi se estaba durmiendo de pie, exhibía más malhumor que nunca. Afirmó: «Nuestra única oportunidad es hacer este programa lo más realista posible. Tendremos que utilizar todos los artilugios que seamos capaces de imaginar».
El equipo estuvo toda la noche agregando al guión retazos de noticias verosímiles. Al día siguiente, Stewart trabajó en los efectos sonoros apropiados: ruido de multitudes presas del pánico, disparos, chillidos... El domingo a la noche, el estudio estaba repleto de vasos de papel y de recipientes de comida, tras ocho horas de excitados ensayos.
El locutor de la CES se lo estaba diciendo... «Señoras y señores: tengo que hacer un grave anuncio. El extraño objeto que cayó esta tarde temprano en Grovers Milis, Nueva Jersey, no era un meteorito. Por increíble que parezca, el objeto contiene seres extraños que, según se cree, constituyen la vanguardia de un ejército proveniente del planeta Marte.» A continuación se oyó una música suave: un toque sutil para mantener ansiosa a la gente, para mantenerla incómoda, sobre ascuas. ¿Qué estaba ocurriendo? El locutor interrumpió la música de nuevo.
El tono de su voz denotaba que se sentía nervioso, aterrorizado. Los marcianos, repugnantes criaturas de piel correosa, se estaban desplegando. La policía de Nueva Jersey se precipitaba a interceptarlos. Se oyó más música, otros anuncios febriles, seguidos de silencios escalofriantes. La gente estaba pegada a sus receptores. Se llamaba a los vecinos para que también oyeran. Se telefoneaba a los parientes para alertarlos. A través de toda América, la gente comenzó a ser presa del pánico. Entonces, el locutor —nuevamente en el aire— balbuceó: «Conectamos ahora con Washington, para dar difusión a un mensaje de emergencia nacional formulado por el secretario del ministerio de interior».
Se escuchó una voz solemne que incitaba a la población a no ceder al pánico; pero con el mismo tono, se le decía que los marcianos que aterrizaban no lo hacían solamente en Nueva Jersey. Habían caído a tierra vehículos espaciales en todos los estados de la Unión. Miles de civiles y de soldados habían sido ya barridos por armas de rayos letales. Se emitieron entrevistas con testigos oculares, muchas de las cuales corrieron a cargo del brillante actor Joseph Cotten. El testigo narraba cómo había visto aterrizar objetos llameantes, de los que luego emergían repugnantes seres; cómo los rayos letales habían arrasado a miles de personas; hasta qué punto los extraños alienígenas resultaban indetenibles. Uno de los actores de Welles desempeñó el papel del presidente de los Estados Unidos y advirtió al pueblo americano contra los peligros del pánico. El programa terminó con un locutor que, desde la cúspide del rascacielos de la CBS, gritaba que Manhatann estaba siendo invadida.
Su febril relato se transformó, al final, en un grito ahogado. A esta altura, muchos oyentes habían abandonado ya su lugar junto a los receptores de radio. Los que oyeron el programa hasta el final advirtieron que todo había sido solamente una obra de radioteatro. Los que no lo hicieron siguieron dominados por un pánico ciego. En Nueva Jersey, donde se había dicho que los marcianos hablan aterrizado primero, los caminos estaban atestados de automóviles que corrían hacia las colinas. Familias enteras salieron de sus casas volando, con toallas mojadas alrededor de las cabezas, en la creencia de que esto les salvaría de los nauseabundos gases espaciales de los que se habla hablado. El mobiliario y los objetos valiosos habían sido apilados en camiones y coches. Había comenzado la estampida. El pánico se expandió a todas partes. En Nueva York, los restaurantes se vaciaron. Las terminales de autobuses y las colas de taxis se llenaron de gente que trataba de llegar a sus hogares para confortar a sus familias. Las esposas telefoneaban a los bares, tratando de localizar a sus maridos.
Y la noticia siguió corriendo. Los marinos de la armada estadounidense fueron convocados a sus barcos en el puerto de New York, para preparar la defensa de América contra los marcianos. Desde Los Angeles hasta Boston se produjeron denuncias sobre meteoros. Alguna gente impresionable aseguró que, efectivamente, había visto marcianos. Los soldados estatales de reserva fueron llamados a presentarse en sus cuarteles generales como voluntarios para la defensa del mundo. En el sur, mujeres histéricas y llorosas rezaban por las calles. Los servicios religiosos fueron interrumpidos en muchos lugares del país cuando la gente irrumpía para contar las noticias a los fieles. Incluso se produjo el caso de un intento de suicidio. Las. centrales telefónicas de los periódicos y las estaciones radiales estaban abarrotadas Pero curiosamente, no había indicios de pánico en los estudios de la CES, donde, entre alaridos y anuncios sobre la implantación de la ley marcial Welles estaba otorgando a su programa un horrible final. Welles y Cotten fueron advertidos sobre la masa de llamadas telefónicas, pero Cotten minimizó el hecho: «Son unos pocos maniáticos». Hacia el final del programa, dos policías que estaban de guardia llegaron a la parte posterior de los estudios, pero al darse cuenta de que sólo se trataba de una obra radioteatral, no dijeron nada a nadie sobre el pánico, y en cambio se quedaron para oir el final.
Los ratings del Teatro Mercury subieron rápidamente. También se encontró un patrocinador que ha sido recompensado por el mayor disparate.
Asombroso, pero eso es lo que pasó. Espero que ese recuerdo demuestre que a veces hay cosas que superan a la ficción. Por cierto, el 30 de octubre no era Halloween (Noche de Brujas)?
Es mejor que les cuente como llegué a contactarme con el creador de La Dislocada y en ese mismo momento se generó una sorpresa.
en el programa de radio
"La Revista Dislocada 2008"
en los estudios de Radio Génesis
Golo recordó la nota en Mar del Plata.
Les había contado que yo soy ahijado artístico de Marchesini, en eso Golo me pregunta:
GOLO: -Y qué está haciendo ahora Marchesini?
D.W: -Está haciendo radio aquí.
GOLO: -Y qué espera para dejarla?
A un humorista la mejor respuesta que se puede dejarle es la risotada.
Luego del contacto me dan con producción y logro conseguir el teléfono de contacto.
Días después veo a Marchesini y le cuento todo.
MARCHESINI: -Tenés el teléfono de la radio así lo llamo?
D.W: -Tengo algo mejor que eso...tengo el número de su casa, me dijo que lo llames.
Y ojo, Jorge, que me voy a enterar si no me cumplís.
Y Jorgito cumplió en llamarlo.
Si La Revista Dislocada hubiera sido un equipo de fútbol, entonces sería un semillero de talentos que venían de otros programa y algunos se iniciaron allí.
Vean estos nombres si sumamos entre la historia de la radio, la TV, el cine y los medios gráficos en pleno éxito (y para los que no están en este mundo mi más respetuoso recuerdo para ellos):
RAÚL ROSSI, NELLY BELTRÁN, JORGE MARCHESINI, CARLOS BALÁ, ALBERTO LOCATI, IVÁN GREY, JULIO DE GRAZIA, GUIDO GORGATTI, MARIO SÁNCHEZ, BETO CABRERA, CALÍGULA, MENGUECHE, ISABEL LAINER, CARLOS GARAYCOCHEA, JORGE PORCEL, TRISTÁN, HÉCTOR PASQUALI, ESPARTACO, ANITA ALMADA, entre tantos otros.
La Dislocada como lo dije antes estuvo en todos los medios de comunicación.
En forma gráfica estuvo en el diario Crónica!
La portada que ven es de Setiembre de 1967, allí se puede apreciar a una de las bombas del vedetismo argentino: Nélida Roca.
La Revista Dislocada antes de llegar a la radio en 1954 había realizado la primera publicación en forma gráfica, vean en la foto de arriba este álbum de 1957
(Uia!, como el colectivo 57, no?)
En cine, pasen y vean (caramelos, chocolates, bomboneees!!)
En 1949, Délfor estuvo en el elenco de IMITACIONES PELIGROSAS protagonizado por Tito Martínez Delbox, creador de éxitos en radio como "La Cruzada del buen humor", "Gran pensión El Campeonato" y "Domingos de Jabón Federal" y años después se convertiría en uno de los primeros relatores de fútbol.
Hasta transmitió un partido completo parado dentro del campo de juego por teléfono!!!
En 1962 y junto a sus "dislocados" ataca a mi ciudad con la filmación de "DISLOQUE EN MAR DEL PLATA" junto a Porcel, Calígula, Rossi, Ámbar La Fox, Lainer, Belinda, Almada y la dirección de Conrado Diana.
Se estrenó en cine dos años después.
En 1965, Délfor cae en cana.
Por lo de los "gorilas"?
No, es una forma de decir pues en ese año se filma la segunda y ultima película dislocada: "DISLOQUE EN EL PRESIDIO."
Qué buena foto con el Gordo Porcel diciendo:
" -'Tan los fideooooooo!!!"
Las dos últimas apariciones de Délfor fueron en 1973 con "LOS CABALLEROS DE LA CAMA REDONDA" y en 1978 formando parte de la banda de mafiosos de la película de Palito Ortega -junto a Carlos Monzón y Juan Carlos Altavista- en"AMIGOS PARA LA AVENTURA".
Durante el programa de radio en AM GÉNESIS realizó la revista en nueva versión, con el humor sano de siempre y a distribuición gratuita con el agregado de las publicidades del programa en forma humorística fiel a su costumbre.
por Carlos Garaycochea, un maestro del humor nacional.
Con él aprendí un poco de inglés en una sección
que hacía en TV que se llamó "Aprenda inglés...en dos patadas"
Aunque como dice el libro "TVmanía" no tuvo éxito en ese año, retornaría dos años después con moderado suceso en Canal 11.
Es verdad que alguna vez en una TV Guía ví en la grilla de programación que el programa iba...a la 1 de la mañana!
Inconcebible!
Pero uds sabían que en Mar del Plata hace unos años se emitían los dibujos de Tom y Jerry y Los Tres Chiflados a esa hora por Canal 8?
Este homenaje va llegando a su indeseable final pues está más que demostrado que el buen humor sin malas palabras ni intenciones desalmadas se impone en cada momento de nuestras vidas.
Mi intención ha sido respetar ese buen humor que muchos nos dejaron como legado en un mundo que como siempre digo, dejó de amar y se empeñó en odiar.
A Délfor hay mucho que agradecer y mis palabras huelgan pues cada vez que quiero demostrar el agradecimiento de mi corazón es realmente imposible contenerlo pues en mis posteos están los ojos de aquellos que recuerdan y que no siempre tienen la posiblidad de dar las gracias en persona.
Y quizás con este guión de "La Revista.." que tanto me gusta y conservo en una grabación documentada de la historia de la radio pueda por un momento estar con la fuerza de la imaginación entre ese público que ríe con el humor dislocado que deberíamos conservar y aplicar entre nosotros.
Un abrazo para Délfor y agradezco la gentileza de su nieto por haberme autorizado a publicar estas colosales fotos para la realización de este posteo.
Délfor se comunica con el móvil 1 donde Laucheta está en el Sindicato de Choferes de colectivo de Villa Mufa:
LAUCHETA: -Atento, Délfor, se dieron a conocer las nuevas tarifas que se pondrán en vigencia.
DÉLFOR: - Vamos a entrar todos en mufa, pura tarufa!
LAUCHETA: -Ahí van las tarifas, Délfor!
DÉLFOR: -Adelante, compañero!
LAUCHETA:- El colectivero cobrará por parar justo en la parada y cerca de la vereda...$25.
Por parar a un metro de la vereda...$15.
A dos metros de la vereda y en un bache con agua...50 guitas.
Estas tarifas sufrirán los siguientes recargos: Si el colectivero invita a bajar al pasajero con una frase amable...$30.
Con una sonrisa...$35.
Cabrero pero sin insultar...$28.
Con un sólo insulto...80 guitas.
Si el colectivero lo empuja al pasajero para que caiga en cualquier parte...GRATIS y además insultos de su selecto repertorio.
EN QUE DÉLFOR DICÁSOLO ES DISTINGUIDO EN 2008
COMO CIUDADANO ILUSTRE DE LA CIUDAD
DE CHIVILCOY, PCIA DE BUENOS AIRES.
EN EL CENTRO DE LA FOTO: DELFOR.
A LA IZQUIERDA, GOLO, UN CÓMICO Y HUMORISTA EXCELENTE.
Y A LA DERECHA SE LO VE A CALÍGULA, OTRO GRAN CÓMICO
Y HUMORISTA DOTADO DE COMICIDAD CONTUNDENTE
PUESTA DE MANIFIESTO EN PROGRAMAS DE TELEVISIÓN INOLVIDABLES.