La cigüeña que distribuía los niños
iba tan cargada esa madrugada
que no logró tener un respiro.
Extenuada, se equivocó de manzana
y en tu chimenea dejó al pequeño
que hacía unos años ya no esperabas.
Ella más de una vez confundió el camino,
no me digas que son cosas del destino.
Voy buscando en los niños tus ojos verdes,
al final de mi calle tal vez lo encuentre.
Todos los caminos van hacia el mismo lugar,
lo sabrás cuando te falte poco por llegar.
Una noche en la Convención de cigüeñas,
muchas se quejaron porque la gente
que había encargado se arrepentía,
que la cosa se iba poniendo difícil
pues los sortilegios de convertirlos
en querubines disminuían.
Y hubo que repartirlos como podían:
razas, credos, colores, peso y medida.
Voy buscando en los niños tus ojos verdes,
al final de mi calle tal vez lo encuentre.
Todos los caminos van hacia el mismo lugar,
lo sabrás cuando te falte poco por llegar.
(Canción "La Cigüeña"
interpretado por
Humberto Primogerio)
Humberto Primogerio)
Saludos, amigos, aquí de nuevo con Uds. Antes de comenzar con esta nueva miniserie quiero explicarles que por un tiempito no contaré más historias de los privilegios artísticos que tuve pues me parecería muy ególatra de mi parte, sólo quiero aclarar que el haber compartido estas historias reales con Uds ha sido una comprobación total de la honestidad de mi tarea como conductor radial, así que he decidido dejarle a mi memoria un tiempo de recreo, pero no se preocupen pues hay muchas más historias reales que compartiré con vosotros. En el barrio de recuerdos de PROHIBIDO OLVIDAR hay un pequeño patio con una mesa y un librero grande repleto de libros de cuentos, a ese lugar lo bautizé como "El Patio de Cuentos Sabios" pues en esos libros hay cuentos que expresan una forma de moraleja y enseñanza.
Una de las teorías más comentadas por la humanidad es la "Teoría de la Cigüeña", utilizada por nuestros padres para "explicar" a los inocentes niños la forma de su llegada al mundo. Por eso elegí este tema para expresarlo en un cuento infantil de la escritora Griselda Olga Castro que ha titulado "La Historia del Vericueto Fernández y el Cuento de la Cigüeña".
Nos encontramos al pie del cuento, ok?
El Vericueto Fernández era un gaucho de esos que ya no existen. Usaba bomabacha, rastra y sombrero y siempre andaba con un caballo entre las piernas.
Las cosas que voy a contarles sucedieron hace mucho, mucho tiempo, cuando el Vericueto Fernández era jóven y tenía ganas de que un gurí le alegrara la vida. (NOTA: gurí es la forma gauchesca de referirse al niño)
Resulta que el gauchito en aquellos días vivía más sólo que perro sin dueño en medio de la pampa y de vez en cuando se aburría el pobre.
"-Qué güeno zería tener un gurí pa' verlo jugar!"- decía el Vericueto. Y como pensaba que a los chicos los traía la cigüeña, decidió un buen día salir al campo a buscar al bicharraco ese para pedirle un gurí.
Aquella mañana nuestro paisano se calzó las botas de potro, se montó sobre el Estrella y al galope se alejó del rancho. Tloco, tloc, tloco, tloc, tloco, tloc...
Anduvo metido entre los cardos y las pajas bravas sin doblar ninguna esquina, porque en el campo no hay esquinas y luego de un rato se encontró con un ñandú (que es como el avestruz pero muy distinto) y le dijo al Estrella: "-Zooooooooooooooooo!"
Y el Estrella, que sabía lo que quiere decir Zooooooooooo, se quedó quietito, quietito.
"-Güenas, paizano, zoy el Vericueto Fernández y ando buzcando a una tal Doña Zigüeña, no sabría dezirme dónde vive?" (El Vericueto era medio Zetoso, se nota?)
El ñandú lo miró con sus ojos redondos y dijo:
"-Cigüeña, cigüeña... No, no la conozco. Pregúntele a Don Hornero o pregúntele a ese tero."
Y el ñandú sin decir ni chau se fue corriendo hasta que se perdió detrás de un chañar.
El Vericueto pensó que Don Hornero debía saber más que el tero, que tiene fama de ser medio mentiroso y charlatán y entonces, decidido, lo tocó un poquitito al Estrella y salieron al trote en busca del hornero... Tloco, tloc, tloco, tloc, tloco, tloc...
No tuvieron que andar mucho para ver la casa del hornero e irse derechito hasta ella. El hornero limpiaba la entrada junto con la señora Hornera.
"-Quién será ése que se acerca?"
"-No sé"- dijo la hornera y metió en la casa.
"-Bueeeeeenaz- dijo el Vericueto- soy el Vericueto Fernández y vengo a pedirle una informazión."
"-Usted dirá,- dijo el hornero- lo escucho." (Perdón! Les tengo que decir que los horneros no tienen orejas pero igual escuchan.) Y el hornero se sentó y escuchó atentamente lo que le decía el Vericueto.
"-Puez verá, yo soy un gaucho zolitario que quiere tener compañía y pa' tener compañía ando buzcando a una tal Zigüeña pa' que me traiga un gurí al rancho."
"-Cigüeña, cigüeña... la conozco, pero anda siempre viajando. Genoveva! Vos viste a Doña Cigüeña?"
"-No, hace mucho que viene de visita."
"-Ya ve, Vericueto, Genoveva le ha perdido el rastro."
"-La pucha! No zabe quién puede ayudarme, paizano?"-dijo el gauchito.
"-El único que puede ayudarlo, amigo, es el Vizcachón, que sabe de todo; búsquelo detrás de aquellos pajonales."
"-Grazias, compañero, y lo espero alguna vez pa' tomar unos amargos."
"-Cómo no! Y quiera la suerte que para entonces ya haya encontrado a su Doña."
El Vericueto Fernández le hizo una señal a su bayo (a su caballo bayo) y partieron a buscar al Vizcachón. Tloco, tloc, tloco, tloc, tloco, tloc...
Mientras, el sol bajaba lentamente por el cielo, sin hacer ruidito. Y de pronto... "-Yiiiiiiiiiiiii!"
"-Ea! Qué paza?"
"-Decile a tu caballo que saque esa pataza de mi cueva!"-dijo una voz. Vericueto Fernández, dando un brinco, se bajó del Estrella y allí estaba: era el Vizcachón.
"-Buenaz, compadre, perdone nueztra manera de golpiar!"
En cuanto el Vizcachón lo saludó, el gaucho empezó a contarle su historia.
"-Y anzina, ando buzcando a una tal zigüeña."
El Vizcachón lo miró fijamente y luego dijo sin entender:
"-Pero... para qué la andás buscando?"
"-Pa' que me traiga un gurí."
El Vizcachón lo miró nuevamnente y empezó a reíres cada vez más fuerte.
"-Jijijiji, jajajajaja, juyjuyjuyjuy! Gaucho grandote! Todavía creés en ese cuento?"
Entonces, Vericueto se puso coloradote como tomate para salsa.
"-Volvé a tu rancho, que pronto tendrás un gurí alegrándote la vida!"
Aquella noche el gaucho volvió a su casa muy cansado sin haber encontrado a la cigüeña y sin saber cómo llegan los gurises a los ranchos.
Con el tiempo se enamoró de la Eulogia, se casó y poco a poco llegaron al rancho tres gurises morachazos y gauchos: el Vericueto Primero, el Eulogio y el Vericuetito.
Una tarde, siendo ya abuelo de once nietos, el Vericueto Fernández le contó a la Eulogia de aquella vez en la que había salido a buscar a la cigüena para que le trajera un gurí. Ella lo escuchó atentamente y cuando su marido terminó, empezó a reírse cada vez más fuerte hasta que se cayó muerta de risa y golpeando con las manos y los pies en el piso, levantando nubecitas de polvo.
"-Gaucho grandote, creyendo en la cigüeña! Juajuajuajua!"
El Vericueto Fernández, que para entonces tenía como noventa y cinco años y la cara muy arrugada, se fue poniendo colorado hasta confundirse con los tomates de la quinta.
Ahora, yo me pregunto... El Vericueto Fernández, se habrá enterado al fin de cómo llegan los gurises a los ranchos? Jajaja, juyjuyjuyjuy, juajuajua!!!
Espero que les haya gustado este cuento y claro, a qué niño no le gustaría saber cómo llegamos al mundo? Y una vez que lo sabemos a los chicos les da risa y a las mujeres al principio les da vergüenza, o no?
Me despido de uds hasta el próximo capítulo de "El Patio de Cuentos Sabios" con 2 reflexiones con una experta en el tema: mi amiga Mafalda.
El niño se acerca al padre y le pregunta:
"-Papá, cómo llegué al mundo?"
"- Mirá, tu mami tenía una quinta, papito le plantó una semilla, pasaron 9 meses y nació un gran repollo donde apareciste vos!"- le dijo el padre.
El niño se queda pensativo un momento y le responde:
"-Y no era más fácil que le mandaras una carta a la cigüeña? Justo a vos se te ocurre plantar un repollo!"
Una de las teorías más comentadas por la humanidad es la "Teoría de la Cigüeña", utilizada por nuestros padres para "explicar" a los inocentes niños la forma de su llegada al mundo. Por eso elegí este tema para expresarlo en un cuento infantil de la escritora Griselda Olga Castro que ha titulado "La Historia del Vericueto Fernández y el Cuento de la Cigüeña".
Nos encontramos al pie del cuento, ok?
El Vericueto Fernández era un gaucho de esos que ya no existen. Usaba bomabacha, rastra y sombrero y siempre andaba con un caballo entre las piernas.
Las cosas que voy a contarles sucedieron hace mucho, mucho tiempo, cuando el Vericueto Fernández era jóven y tenía ganas de que un gurí le alegrara la vida. (NOTA: gurí es la forma gauchesca de referirse al niño)
Resulta que el gauchito en aquellos días vivía más sólo que perro sin dueño en medio de la pampa y de vez en cuando se aburría el pobre.
"-Qué güeno zería tener un gurí pa' verlo jugar!"- decía el Vericueto. Y como pensaba que a los chicos los traía la cigüeña, decidió un buen día salir al campo a buscar al bicharraco ese para pedirle un gurí.
Aquella mañana nuestro paisano se calzó las botas de potro, se montó sobre el Estrella y al galope se alejó del rancho. Tloco, tloc, tloco, tloc, tloco, tloc...
Anduvo metido entre los cardos y las pajas bravas sin doblar ninguna esquina, porque en el campo no hay esquinas y luego de un rato se encontró con un ñandú (que es como el avestruz pero muy distinto) y le dijo al Estrella: "-Zooooooooooooooooo!"
Y el Estrella, que sabía lo que quiere decir Zooooooooooo, se quedó quietito, quietito.
"-Güenas, paizano, zoy el Vericueto Fernández y ando buzcando a una tal Doña Zigüeña, no sabría dezirme dónde vive?" (El Vericueto era medio Zetoso, se nota?)
El ñandú lo miró con sus ojos redondos y dijo:
"-Cigüeña, cigüeña... No, no la conozco. Pregúntele a Don Hornero o pregúntele a ese tero."
Y el ñandú sin decir ni chau se fue corriendo hasta que se perdió detrás de un chañar.
El Vericueto pensó que Don Hornero debía saber más que el tero, que tiene fama de ser medio mentiroso y charlatán y entonces, decidido, lo tocó un poquitito al Estrella y salieron al trote en busca del hornero... Tloco, tloc, tloco, tloc, tloco, tloc...
No tuvieron que andar mucho para ver la casa del hornero e irse derechito hasta ella. El hornero limpiaba la entrada junto con la señora Hornera.
"-Quién será ése que se acerca?"
"-No sé"- dijo la hornera y metió en la casa.
"-Bueeeeeenaz- dijo el Vericueto- soy el Vericueto Fernández y vengo a pedirle una informazión."
"-Usted dirá,- dijo el hornero- lo escucho." (Perdón! Les tengo que decir que los horneros no tienen orejas pero igual escuchan.) Y el hornero se sentó y escuchó atentamente lo que le decía el Vericueto.
"-Puez verá, yo soy un gaucho zolitario que quiere tener compañía y pa' tener compañía ando buzcando a una tal Zigüeña pa' que me traiga un gurí al rancho."
"-Cigüeña, cigüeña... la conozco, pero anda siempre viajando. Genoveva! Vos viste a Doña Cigüeña?"
"-No, hace mucho que viene de visita."
"-Ya ve, Vericueto, Genoveva le ha perdido el rastro."
"-La pucha! No zabe quién puede ayudarme, paizano?"-dijo el gauchito.
"-El único que puede ayudarlo, amigo, es el Vizcachón, que sabe de todo; búsquelo detrás de aquellos pajonales."
"-Grazias, compañero, y lo espero alguna vez pa' tomar unos amargos."
"-Cómo no! Y quiera la suerte que para entonces ya haya encontrado a su Doña."
El Vericueto Fernández le hizo una señal a su bayo (a su caballo bayo) y partieron a buscar al Vizcachón. Tloco, tloc, tloco, tloc, tloco, tloc...
Mientras, el sol bajaba lentamente por el cielo, sin hacer ruidito. Y de pronto... "-Yiiiiiiiiiiiii!"
"-Ea! Qué paza?"
"-Decile a tu caballo que saque esa pataza de mi cueva!"-dijo una voz. Vericueto Fernández, dando un brinco, se bajó del Estrella y allí estaba: era el Vizcachón.
"-Buenaz, compadre, perdone nueztra manera de golpiar!"
En cuanto el Vizcachón lo saludó, el gaucho empezó a contarle su historia.
"-Y anzina, ando buzcando a una tal zigüeña."
El Vizcachón lo miró fijamente y luego dijo sin entender:
"-Pero... para qué la andás buscando?"
"-Pa' que me traiga un gurí."
El Vizcachón lo miró nuevamnente y empezó a reíres cada vez más fuerte.
"-Jijijiji, jajajajaja, juyjuyjuyjuy! Gaucho grandote! Todavía creés en ese cuento?"
Entonces, Vericueto se puso coloradote como tomate para salsa.
"-Volvé a tu rancho, que pronto tendrás un gurí alegrándote la vida!"
Aquella noche el gaucho volvió a su casa muy cansado sin haber encontrado a la cigüeña y sin saber cómo llegan los gurises a los ranchos.
Con el tiempo se enamoró de la Eulogia, se casó y poco a poco llegaron al rancho tres gurises morachazos y gauchos: el Vericueto Primero, el Eulogio y el Vericuetito.
Una tarde, siendo ya abuelo de once nietos, el Vericueto Fernández le contó a la Eulogia de aquella vez en la que había salido a buscar a la cigüena para que le trajera un gurí. Ella lo escuchó atentamente y cuando su marido terminó, empezó a reírse cada vez más fuerte hasta que se cayó muerta de risa y golpeando con las manos y los pies en el piso, levantando nubecitas de polvo.
"-Gaucho grandote, creyendo en la cigüeña! Juajuajuajua!"
El Vericueto Fernández, que para entonces tenía como noventa y cinco años y la cara muy arrugada, se fue poniendo colorado hasta confundirse con los tomates de la quinta.
Ahora, yo me pregunto... El Vericueto Fernández, se habrá enterado al fin de cómo llegan los gurises a los ranchos? Jajaja, juyjuyjuyjuy, juajuajua!!!
Espero que les haya gustado este cuento y claro, a qué niño no le gustaría saber cómo llegamos al mundo? Y una vez que lo sabemos a los chicos les da risa y a las mujeres al principio les da vergüenza, o no?
Me despido de uds hasta el próximo capítulo de "El Patio de Cuentos Sabios" con 2 reflexiones con una experta en el tema: mi amiga Mafalda.
El niño se acerca al padre y le pregunta:
"-Papá, cómo llegué al mundo?"
"- Mirá, tu mami tenía una quinta, papito le plantó una semilla, pasaron 9 meses y nació un gran repollo donde apareciste vos!"- le dijo el padre.
El niño se queda pensativo un momento y le responde:
"-Y no era más fácil que le mandaras una carta a la cigüeña? Justo a vos se te ocurre plantar un repollo!"