Un volar de gorriones teledirigidos
y una playa de conchillas muertas
y en la noche una estrella de acero
confunde al marinero.
Nubes blancas, en azúl cielo
para encantar y hacer soñar a los niños,
la luna llena de banderas sin moverse,
qué cansada está la humanidad.
Partirá, la nave partirá...
dónde llegará, eso no lo sé.
Será como el Arca de Noé,
el perro, el gato, yo y tú.
Un toro está tendido en la arena
y su corazón perdió la nafta
y en cada curva un caballo de lata
destruye al caballero.
Mar y tierra, mágica niebla,
una ciudad se ha perdido en el desierto,
el hogar roto no espera más a nadie,
qué cansada está la humanidad.
Partirá, la nave partirá ...
dónde llegará, eso no lo sé.
Será como el Arca de Noé,
el perro, el gato, yo y tú.
(Canción "El Arca de Noé"
interpretado por Elio Roca)
Saludos, amigos, ante todo, debo pedir disculpas por lo duro que fuí en el posteo anterior pero seamos francos, no es injusto que los sueños y deseos que conserva uno en el corazón se destrozen?
Le agradezco mucho a Félix Pando por toda su comprensión y seguiré adelante como pueda.
Para calmar mis pobres nervios decidí regresar al Patio de Cuentos Sabios mientras llegan en días nuevas historias reales a este barrio de recuerdos.
A los que no conozcan este patio recomiendo ver el posteo de la Parte 1 donde se encontrarán con la Historia del Vericueto Fernández y su búsqueda de la cigüeña. La nueva historia a contarles en este pequeño patio soleado tiene por protagonistas a unas aves inexistentes llamados Chumbornos, no busquen imágenes de estos seres porque al final del cuento titulado "Qué pasó con los chumbornos?" de Jorge Isacci, sabrán el destino de estos animales.
Los veo al final del cuento que empieza así:
"-Pero no! -dijo el chumborno- No me van a venir a mí con eso...Qué va a llover!"
Y nada: no había forma de convercerlos.
El Arca se alzaba imponente sobre la vegetación asombrada. Uno, dos, tres pisos apuntando al cielo., como una enorme torta de cumpleaños de madera y brea. Noé se paseaba de aquí para allá, de arriba a abajo, supervisándolo todo y sacándose astillas de la barba.
"-No, no, no, no...! -gritaba Noé-, esa viga tiene que estar más derecha. Cuidado, cuidado! No se olviden de la ventana grande..."
Y sus hijos corrían para terminar la construcción.
Sin embargo, los chumbornos no daban la pata a torcer.
"-Que siga perdiendo el tiempo nomás, -decía el chumborno señalando a Noé- yo sé que no va a llover..."
"-Eso, eso! -chilló la chumborna- Perdiendo... tiempo... llover... chif!"
Los animales estaban preocupados, porque aunque los Chumbornos eran un matrimonio bastante insoportable (siempre malhumorados, siempre llevando la contra...), nadie quería que se quedaran sin su sitio en el Arca.
"-Pero, amigos, -intentó la tortuga- miren que Noé se las sabe todas. Qué interés va a tener en inventar un Diluvio Universal?"
"-Ah, no sé, no sé, no sé -rezongó el chumborno, rasándose el cuernito,- pero yo no pienso hacer caso de las tarupices que se dicen por allí..."
"-Eso, eso! -remarcó la chumborna- Por allí...por aquí...chuif!"
"-Pero miren que se acerca un temporal - agregó la jirafa con su voz gangosa- Yo sé, porque tengo un espantoso dolor de cuello."
"-Da da da da da! -contestó el chumborno, haciéndole burla con la lengua afuera-
Por qué no nos dejan en paz de una buena vez?"
"-Eso, eso! Por qué... paz... vez... chuif!"
Y los dos se dieron vuelta, sacudieron la cola y se metieron en su casa cueva.
Los animales se miraron preocupados: qué hacer?...
Noé había sido claro:
"-Hijitos míos, como les informara en el anterior Boletín Meteorológico, se acerca un temporal como no se ha visto nunca ni se volverá a ver jamás. Por lo tanto, damas y caballeros (a Noé le gustaba hacer discursos de vez en cuando), es im-por-tan-tí si-mo y fun-da men-ta lí-si-mo que se inscriban en la Lista de Pasajeros del Arca de Noé, o sea mi Arca. Los que así lo hagan, recibirán sus ubicaciones a la brevedad, y por paloma mensajera certificada. Hijitos míos, damas y caballeros, respetable público, tengan ustedes muy buenas tardes."
"-Nosotros ya tenemos cucha en primera clase" -dijeron el Sr. y la Sra. Perro.
"-A mí me tocó un nidito..." -comentó el colibrí.
"-Ag chump chump plags dafgsens plaf" -gruñó el chancho con la boca llena.
El zorro levantó la vista y sacudió la cabeza: "-Ya se están arracimando las primeras nubes. Es cuestión de días."
La vaca, que en esa época era un animal muy desubicado, se paró en dos patas y recitó la siguiente poesía, de la cual era autora:
"-Bravo, bravo! -aplaudió la gallina mientras la vaca hacía un reverencia-
Es que los chumbornos siempre han sido iguales, qué quieren que les diga... Son gente de lo peor: intratables, bocasucias, mal educados... siempre zarandeando la cola, siempre rechinando los dientes, siempre con las patas embarradas..."
"-Pero qué bien tocan la vilioidia -interrumpió el mosquito- Son los únicos capaces de sacar las más lindas melodías de ese instrumento."
"-Como sea -tronó el búho- no podemos permitir que estos cabezas huecas mueran irremediablemente. La pregunta es: qué hacemos?"
Pero todos se quedaron mudos y cabizbajos, mirando el suelo sin poder contestar.
Durante los dos ías siguientes no hubo vecino que no se acercara a lo de los Chumbornos con las mejores buenas intenciones:
(La cigüeña): TOC, TOC!
(El chumborno): "-Quién viene a molestar?"
(La cigüeña): "-Una vecina. Quería saber si..."
(El chumborno): "-Nada, nada! Estoy con dolor de trompa! Fuera!"
(La cigüeña, ofendidísima): "-Muy bien, disculpe!"
Y también:
(El rinoceronte): TOC, TOC!
(El chumborno): "-Y ahora quién es?"
(El rinoceronte): "-Un amigo. Venía a aconsejarles que..."
(El chumborno): "-Más tarde, más tarde, estoy escribiendo una carta!"
(La chumborna): "-Tarde... escribiendo... carta... chif!"
(El rinoceronte, enojadísimo): "-Muybienentonceshastaluego!"
O si no:
(La langosta): TOC, TOC!
(El chumborno): "-Lo siento mucho, pero hemos salido de compras y aquí no hay nadie..."
(La langosta, sorprendidísima): "-Oh, ah, uh!"
Y así fue que los días pasaron y no hubo forma de persuadirlos.
Finalmente, una mañana, un enorme cartel color amarillo apareció clavado en la palmera más alta de la selva que decía:
ANIMALES, VECINOS, AMIGOS EN GENERAL:
LOS ABAJO FIRMANTES QUEREMOS MANIFESTARLES QUE YA NOS TIENEN HARTOS CON SUS TARUPIDECES.
ESTAMOS CONVENCIDOS DE QUE NO LLOVERÁ EN MUCHISISISÍMO TIEMPO Y SABEMOS QUE, EN EL PEOR DE LOS CASOS, UNAS CUATRO GOTAS LOCAS NO VA A MATAR A NADIE, ESTÁ CLARO?
POR LO TANTO LES ROGAMOS, LES EXIGIMOS QUE NOS HAGAN EL FAVOR DE DEJARSE DE JOROBAR CON EL TIEMPO, CON EL ARCA Y CON NOÉ, QUE NOSOTROS PENSAMOS SEGUIR TOMANDO SOLO PANZA ARRIBA EN LA PRADERA.
COMUNIQUESÉ, ARCHIVESÉ Y YO QUE SÉ.
FIRMA: SR. CHUMBORNO Y SRA (Chuif!)
Todos los animales leyeron el cartel y ninguno lo podía creer.
"-Señores... -dijo el león, opinando por primera vez-
Les sugiero que cierren sus valijas.
Ya ha sido dicha la última palabra."
Los animales se apresuraron a ocupar su lugar en la larga cola de pasajeros del Arca: los conejos con su pasta dentrífica, los gorriones con pajitas, los hipopótamos con sombreros impermeables, los leones con los ruleros puestos, los cocodrilos con pañuelos, los avestruces con vinchas, los camellos con sombrillas, los cisnes con collar de perlas, las cucarachas con las medias rotas, las lechuzas con pestañas postizas, la vaca recitando una poesía... todos, uno a uno, fueron ocupando su lugar... menos los chumbornos.
Cuando la última pareja de animales hubo subido al Arca, Noé cerró la compuerta y en ese preciso instante se descargó el temporal como una explosión de gotas enfurecidas.
Un comité de pasajeros se acercó a hablar con Noé:
"-Nos parece que deberíamos pasar a recoger a los chumbornos..."
"-Seguramente están requetearrepentidos..."
"-No sabían lo que decían..."
"-Sr. Perro, Sra. Iguana, Sra. Comadreja... -dijo Noé meciéndose la larga barba blanca- Que sea como ustedes lo dispongan."
Y dirigió el Arca hacia la casacueva de los Chumbornos.
Los animales se apretujaron para sacar la cabeza por la única ventana de la nave.
Allí estaban los chumbornos, flotando trabajosamente en la violenta correntada.
"-Han visto? -les gritó el chumborno- Una tormentita de verano!"
"-Suban, suban!"-les pidieron los animales.
"-Cosa de nada. En un ratito para."- y el chumborno se atragantó con agua al contestar.
"-Suban, suban!"
"-Tormentita... de nada... para... chuif!" -murmuró la chumborna.
Los pobres chumbornos nadaban ferozmente bajo el aguacero.
Los pasajeros de Arca los miraron con tristeza y repitieron otra vez:
"-Suban...suban...!"
"-Ustedes sigan perdiendo el tiempo -les gritaron los chumbornos al unísono- Nosotros vamos a hacer un poco de ejercicio!"
...Y no los vieron nunca más...
La enseñanza de esta historia nos indica que cuando alguien dice la verdad de una consecuencia premeditada, siempre hay alguien que no sabe lo que dice ni lo que hace y como decía mi abuelo: ese tipo de gente es más terca que una mula.
"Cuando no se escuchan las advertencias, se sufren las consecuencias." Sigan siempre este consejo si quieren llegar a viejos.
Habrá más historias en este Patio de Cuentos Sabios, espero que les haya gustado este relato.
Le agradezco mucho a Félix Pando por toda su comprensión y seguiré adelante como pueda.
Para calmar mis pobres nervios decidí regresar al Patio de Cuentos Sabios mientras llegan en días nuevas historias reales a este barrio de recuerdos.
A los que no conozcan este patio recomiendo ver el posteo de la Parte 1 donde se encontrarán con la Historia del Vericueto Fernández y su búsqueda de la cigüeña. La nueva historia a contarles en este pequeño patio soleado tiene por protagonistas a unas aves inexistentes llamados Chumbornos, no busquen imágenes de estos seres porque al final del cuento titulado "Qué pasó con los chumbornos?" de Jorge Isacci, sabrán el destino de estos animales.
Los veo al final del cuento que empieza así:
"-Pero no! -dijo el chumborno- No me van a venir a mí con eso...Qué va a llover!"
Y nada: no había forma de convercerlos.
El Arca se alzaba imponente sobre la vegetación asombrada. Uno, dos, tres pisos apuntando al cielo., como una enorme torta de cumpleaños de madera y brea. Noé se paseaba de aquí para allá, de arriba a abajo, supervisándolo todo y sacándose astillas de la barba.
"-No, no, no, no...! -gritaba Noé-, esa viga tiene que estar más derecha. Cuidado, cuidado! No se olviden de la ventana grande..."
Y sus hijos corrían para terminar la construcción.
Sin embargo, los chumbornos no daban la pata a torcer.
"-Que siga perdiendo el tiempo nomás, -decía el chumborno señalando a Noé- yo sé que no va a llover..."
"-Eso, eso! -chilló la chumborna- Perdiendo... tiempo... llover... chif!"
Los animales estaban preocupados, porque aunque los Chumbornos eran un matrimonio bastante insoportable (siempre malhumorados, siempre llevando la contra...), nadie quería que se quedaran sin su sitio en el Arca.
"-Pero, amigos, -intentó la tortuga- miren que Noé se las sabe todas. Qué interés va a tener en inventar un Diluvio Universal?"
"-Ah, no sé, no sé, no sé -rezongó el chumborno, rasándose el cuernito,- pero yo no pienso hacer caso de las tarupices que se dicen por allí..."
"-Eso, eso! -remarcó la chumborna- Por allí...por aquí...chuif!"
"-Pero miren que se acerca un temporal - agregó la jirafa con su voz gangosa- Yo sé, porque tengo un espantoso dolor de cuello."
"-Da da da da da! -contestó el chumborno, haciéndole burla con la lengua afuera-
Por qué no nos dejan en paz de una buena vez?"
"-Eso, eso! Por qué... paz... vez... chuif!"
Y los dos se dieron vuelta, sacudieron la cola y se metieron en su casa cueva.
Los animales se miraron preocupados: qué hacer?...
Noé había sido claro:
"-Hijitos míos, como les informara en el anterior Boletín Meteorológico, se acerca un temporal como no se ha visto nunca ni se volverá a ver jamás. Por lo tanto, damas y caballeros (a Noé le gustaba hacer discursos de vez en cuando), es im-por-tan-tí si-mo y fun-da men-ta lí-si-mo que se inscriban en la Lista de Pasajeros del Arca de Noé, o sea mi Arca. Los que así lo hagan, recibirán sus ubicaciones a la brevedad, y por paloma mensajera certificada. Hijitos míos, damas y caballeros, respetable público, tengan ustedes muy buenas tardes."
"-Nosotros ya tenemos cucha en primera clase" -dijeron el Sr. y la Sra. Perro.
"-A mí me tocó un nidito..." -comentó el colibrí.
"-Ag chump chump plags dafgsens plaf" -gruñó el chancho con la boca llena.
El zorro levantó la vista y sacudió la cabeza: "-Ya se están arracimando las primeras nubes. Es cuestión de días."
La vaca, que en esa época era un animal muy desubicado, se paró en dos patas y recitó la siguiente poesía, de la cual era autora:
"-Pido al sabio Noé que, humidemente,
ignore por completo este bochorno,
y que caigan las lluvias en torrente
sobre este par de estúpidos chumbornos.
Son feos, y además malos amigos,
pero no los queremos ver ahogados,
tan pretendemos que en castigo,
se queden encogidos y engripados."
ignore por completo este bochorno,
y que caigan las lluvias en torrente
sobre este par de estúpidos chumbornos.
Son feos, y además malos amigos,
pero no los queremos ver ahogados,
tan pretendemos que en castigo,
se queden encogidos y engripados."
"-Bravo, bravo! -aplaudió la gallina mientras la vaca hacía un reverencia-
Es que los chumbornos siempre han sido iguales, qué quieren que les diga... Son gente de lo peor: intratables, bocasucias, mal educados... siempre zarandeando la cola, siempre rechinando los dientes, siempre con las patas embarradas..."
"-Pero qué bien tocan la vilioidia -interrumpió el mosquito- Son los únicos capaces de sacar las más lindas melodías de ese instrumento."
"-Como sea -tronó el búho- no podemos permitir que estos cabezas huecas mueran irremediablemente. La pregunta es: qué hacemos?"
Pero todos se quedaron mudos y cabizbajos, mirando el suelo sin poder contestar.
Durante los dos ías siguientes no hubo vecino que no se acercara a lo de los Chumbornos con las mejores buenas intenciones:
(La cigüeña): TOC, TOC!
(El chumborno): "-Quién viene a molestar?"
(La cigüeña): "-Una vecina. Quería saber si..."
(El chumborno): "-Nada, nada! Estoy con dolor de trompa! Fuera!"
(La cigüeña, ofendidísima): "-Muy bien, disculpe!"
(El rinoceronte): TOC, TOC!
(El chumborno): "-Y ahora quién es?"
(El rinoceronte): "-Un amigo. Venía a aconsejarles que..."
(El chumborno): "-Más tarde, más tarde, estoy escribiendo una carta!"
(La chumborna): "-Tarde... escribiendo... carta... chif!"
(El rinoceronte, enojadísimo): "-Muybienentonceshastaluego!"
O si no:
(La langosta): TOC, TOC!
(El chumborno): "-Lo siento mucho, pero hemos salido de compras y aquí no hay nadie..."
(La langosta, sorprendidísima): "-Oh, ah, uh!"
Y así fue que los días pasaron y no hubo forma de persuadirlos.
Finalmente, una mañana, un enorme cartel color amarillo apareció clavado en la palmera más alta de la selva que decía:
ANIMALES, VECINOS, AMIGOS EN GENERAL:
LOS ABAJO FIRMANTES QUEREMOS MANIFESTARLES QUE YA NOS TIENEN HARTOS CON SUS TARUPIDECES.
ESTAMOS CONVENCIDOS DE QUE NO LLOVERÁ EN MUCHISISISÍMO TIEMPO Y SABEMOS QUE, EN EL PEOR DE LOS CASOS, UNAS CUATRO GOTAS LOCAS NO VA A MATAR A NADIE, ESTÁ CLARO?
POR LO TANTO LES ROGAMOS, LES EXIGIMOS QUE NOS HAGAN EL FAVOR DE DEJARSE DE JOROBAR CON EL TIEMPO, CON EL ARCA Y CON NOÉ, QUE NOSOTROS PENSAMOS SEGUIR TOMANDO SOLO PANZA ARRIBA EN LA PRADERA.
COMUNIQUESÉ, ARCHIVESÉ Y YO QUE SÉ.
FIRMA: SR. CHUMBORNO Y SRA (Chuif!)
Todos los animales leyeron el cartel y ninguno lo podía creer.
"-Señores... -dijo el león, opinando por primera vez-
Les sugiero que cierren sus valijas.
Ya ha sido dicha la última palabra."
Los animales se apresuraron a ocupar su lugar en la larga cola de pasajeros del Arca: los conejos con su pasta dentrífica, los gorriones con pajitas, los hipopótamos con sombreros impermeables, los leones con los ruleros puestos, los cocodrilos con pañuelos, los avestruces con vinchas, los camellos con sombrillas, los cisnes con collar de perlas, las cucarachas con las medias rotas, las lechuzas con pestañas postizas, la vaca recitando una poesía... todos, uno a uno, fueron ocupando su lugar... menos los chumbornos.
Cuando la última pareja de animales hubo subido al Arca, Noé cerró la compuerta y en ese preciso instante se descargó el temporal como una explosión de gotas enfurecidas.
Un comité de pasajeros se acercó a hablar con Noé:
"-Nos parece que deberíamos pasar a recoger a los chumbornos..."
"-Seguramente están requetearrepentidos..."
"-No sabían lo que decían..."
"-Sr. Perro, Sra. Iguana, Sra. Comadreja... -dijo Noé meciéndose la larga barba blanca- Que sea como ustedes lo dispongan."
Y dirigió el Arca hacia la casacueva de los Chumbornos.
Los animales se apretujaron para sacar la cabeza por la única ventana de la nave.
Allí estaban los chumbornos, flotando trabajosamente en la violenta correntada.
"-Han visto? -les gritó el chumborno- Una tormentita de verano!"
"-Suban, suban!"-les pidieron los animales.
"-Cosa de nada. En un ratito para."- y el chumborno se atragantó con agua al contestar.
"-Suban, suban!"
"-Tormentita... de nada... para... chuif!" -murmuró la chumborna.
Los pobres chumbornos nadaban ferozmente bajo el aguacero.
Los pasajeros de Arca los miraron con tristeza y repitieron otra vez:
"-Suban...suban...!"
"-Ustedes sigan perdiendo el tiempo -les gritaron los chumbornos al unísono- Nosotros vamos a hacer un poco de ejercicio!"
...Y no los vieron nunca más...
La enseñanza de esta historia nos indica que cuando alguien dice la verdad de una consecuencia premeditada, siempre hay alguien que no sabe lo que dice ni lo que hace y como decía mi abuelo: ese tipo de gente es más terca que una mula.
"Cuando no se escuchan las advertencias, se sufren las consecuencias." Sigan siempre este consejo si quieren llegar a viejos.
Habrá más historias en este Patio de Cuentos Sabios, espero que les haya gustado este relato.